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La culpa la tienen otros

  • Matías N. Serkin
  • 21 sept 2015
  • 3 Min. de lectura

Los editores de los grandes diarios están preparando el título: “Darcis mete a Bélgica en la final de la Davis”, pero como de un sopetón tienen que dar marcha atrás. Federico logró lo impensado. Levantó un match point primero y después un quiebre y estiró el asunto, al menos por un rato más.

El tenis del fin de semana se mezcló con la presentación de Argentina en el mundial de Inglaterra. Mientras Los Pumas aguantaban lo que era una hazaña-ganarle a Nueva Zelanda en el debut de un mundial- Federico Delbonis no podía hacer pie en una superficie que él mismo reconoció en la antesala no ser un problema. 6-4, 2-6, 7-5 y 7-6 fueron los números de un definitorio partido que quedó en manos de un temeroso casi pelado que jugó no con menos presión que el muchacho argentino. Pero para llegar al quinto punto otras cosas sucedieron en el National de Bruselas que vibró ante la atenta mirada de más de 7.000 locales y un puñado de hinchas argentinos, que no faltaron a la cita, de la misma forma que tampoco faltaron en Wembley (para cuando Delbonis estrechó la mano con Darcis el sueño Puma también estaba destrozado).

El viernes fue justamente el azuleño quién abrió la serie. David Goffin, número 15 del mundo, se impuso ante el argentino reafirmando que está en la cúspide de su carrera. Azuleño rima con anzuelo y no le quedó otra a Federico que lanzarse a esquivar los duros embates de la fiera rubia belga. Y se la bancó aunque claudicó en el final. 1-0 Bélgica y lógica pura hasta el momento. Más tarde saltó a la cancha un yacaré pero lejos de asustarse la gente aplaudió a un mitad hombre mitad animal que con 26 aces mostró que su saque es un arma de doble filo (los colmillos del camian diría yo). La víctima de Leo Mayer fue Darcis que no sabía que días después sería el encargado de cercenar un sueño al mismo tiempo que le abriría las puertas a otro.

El sábado copó la parada Charly. Enérgico Berlocq, nacido para jugar la Davis (sería el número uno del mundo si el ranking se midiese en base a esta competencia). Hizo pareja con Mayer y demostraron juntos que Argentina si puede ganar puntos en dobles. Dos fueron más que casi todo un estadio y aventajaron a la albiceleste. La yapa: novena victoria consecutiva en Copa Davis para sir Leo.

Madrugar distinto el del domingo. Pasado el fin de semana de los clásicos, la propuesta era más que sugerente. Que diera el batacazo Diego Schwartzman y ver a los Pumas siempre vigentes ante la potencia mundial. Era soñar demasiado. Goffin sacudió al joven Diego que poco pudo hacer ante el indomable de cara pálida que lo despachó en tres sets corridos. No quedaba otra. Sería mañana de zapping.

Y así llegamos a ese fatídico quinto punto entre dos cerebrales que pensaron hasta el hartazgo cada uno de sus movimientos. Hasta que uno se quebró (y no precisamente por ganar un game con el servicio del otro). Tanto se remó para morir ahogados en la orilla. Para quedar en las puertas de una nueva final de Copa Davis, la quinta. Conformarse con no ver otra coronación ajena delante de nuestras narices es el único consuelo que nos queda. ¿Y quién es el responsable de esto? No, busque más atrás. No busque las raíces en el viernes, ni tampoco en el desgaste del circuito y el calendario con sus fechas apretadas. Remóntese al año 2008 cuando el escenario se mudó de Parque Roca a Mar del Plata, que poco tuvo de feliz ese fin de semana de noviembre. Que arcilla, que cancha rápida, que césped, que los calzones del quinto fondo del culo de Nadal y no sé cuantas cosas más. Pendientes cien por cien de querer encontrar la forma de cagar al astro español más que cualquier otra cosa. Egos, exitismo, un Del Potro que no estaba para jugar (priorizó otras cosas. No es reproche pero influyó determinantemente). Nalbandian y sus histerias. O hablemos mejor de dos muchachos que desperdigaban talento por ahí y ni un poquito de ese juego maravilloso donaron a las arcas de la Legión. Un mago y un gato que estuvieron más cerca de hacer un show de magia que de levantar la Ensaladera. Vaya picardía.

No señor. Estos chicos no son responsables. O son culpables de ser inocentes si queremos verlo desde otra arista ¿Quién puede discutir a Leo Mayer como estandarte del equipo? ¿O acaso tiene que ganar un US Open para ganarse el título de maestro? ¿Cabe alguna respecto de que Charly Berlocq debe integrar siempre el equipo, sin importar su puesto en el ranking?

Señoras y señores a otra cosa. Podrán venir diez Vilas, diez Del Potro iguales a los que ya vimos. Yo seguiré apostando a estos chicos cual niño encaprichado.


 
 
 

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