Sudáfrica 1995: Un equipo, una nación
- Federico Umana
- 11 sept 2015
- 3 Min. de lectura
En 1995 se organizó el tercer mundial de Rugby, el último como un deporte totalmente amateur, y la elegida fue Sudáfrica. Tras esta elección había muchas cosas, entre ellas el fin del apartheid (régimen de segregación racial) y la incorporación del país a la Federación Internacional de Rugby (IRFB por sus siglas en inglés). Con la mirada puesta en Australia, campeón vigente, y Nueva Zelanda que intentaba volver a ser, arrancaba el 25 de mayo la acción.

Participaron 16 selecciones, divididas en 4 grupos de 4 integrantes con sistema de disputa todos contra todos en cada una de las zonas. Los primeros dos de cada grupo, accedían a cuartos de final y allí arrancaba la eliminación directa a partido único. Se establecieron nueve sedes, donde el partido más importante fue disputado en Ellis Park, Johannesburg.
El local integró la zona A junto con Canadá, Rumania y Australia. La fase de grupos fue un trámite para los organizadores ya que derrotaron a Australia por 27-18 en el primer encuentro (e inaugural del torneo) y luego vencieron de manera cómoda a Rumania (21-8) y Canadá (20-0). El máximo anotador springbok en esta instancia fue Joel Stransky, apertura, con 32 puntos. El público, luego de los buenos rendimientos demostrados en los primeros tres partidos (principalmente contra Australia, campeón mundial vigente en ese entonces) comenzó a acompañar más a su seleccionado del que se esperaba poco en la previa del torneo capaz, por la inexperiencia de roce internacional debido al bloqueo impuesto por la IRFB por el Apartheid.
La eliminación directa fue la confirmación de que los springboks estaban para algo importante y, con ello, comenzó a crecer encuentro a encuentro y a disiparse por todo Sudáfrica la ilusión de conseguir la Webb Ellis Cup. Los cuartos de final, fueron un trámite por la apabullante victoria sobre Samoa Occidental por 42-14 con una descollante actuación de Chester “La Perla Negra” Williams, ala, anotando cuatro tries. Apodado así por ser el integrante de raza negra con el que se identificaba la población oprimida por el régimen que, antes del mundial, no prestaba atención a este deporte por asociarlo a las clases europeas.
La semifinal y la final fueron partidos donde los locales se impusieron de manera ajustada contra Francia (19-15) y Nueva Zelanda (15-12 en tiempo extra). El espíritu de equipo generado a lo largo del torneo y el apoyo del público fueron decisivos para que en los momentos claves la historia se torciera en favor de los de verde y amarillos. También la puntería y certeza de Joel Stransky, el pateador de los sudafricanos, fue lo que marcó diferencias debido a que en esos más de 160 minutos claves, solamente un try pudo ser apoyado en el ingoal rival (Ruben Kruger a Francia).
El máximo anotador del mundial fue Thierry Lacroix de Francia, con 112 puntos anotados mientras que los tryman de la competición fueron Marc Ellis y el legendario Jonah Lomu, ambos de Nueva Zelanda, que se iba a quedar a las puertas de la gloria.
Párrafo aparte para el momento que resume todo lo que significó organizar este torneo para la población sudafricana. El momento donde Nelson Mandela, primer presidente electo luego del Apartheid, le entrega el trofeo a François Pienaar, capitán del equipo y se desatan los festejos en todo el país (foto abajo).

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