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Lanús encontró el cielo en el infierno

  • Matías N. Serkin
  • 20 ago 2015
  • 2 Min. de lectura

Nombrar a Independiente seguido de la palabra copa nos hace pensar en la Libertadores o la Sudamericana. Pero eso, salvo el título aislado que encontramos por el no muy lejano 2010, pareciera ser ya cosa de otros tiempos. Tarde-noche de copa la que se vivió hoy en La Plata, pero de Copa Argentina. Esa que funciona como salvataje para muchos equipos que al verse incapaces de acaparar las primeras planas de los campeonatos más importantes, apuntan sus cañones a este certamen menor, que va tomando cada vez más importancia.

Hoy fue el día para Independiente y Lanús. Inauguraron la llave de octavos de final en un duelo que se presentó sumamente atractivo en la previa. Primero por la importancia misma que el equipo de Avellaneda ostenta y por la franca levantada que el equipo tuvo desde el arribo de Maximiliano Pellegrino. Ojo, que no dejó enceguecido a nadie el DT con lo que vino a proponer. Las seis victorias al hilo que consiguió el “Rojo” marcaron un camino sembrado de dudas que Lanús se encargó de rectificar. El “Granate” ya nos tiene acostumbrados a regalar buen juego y por eso el cotejo tenía desde la previa su aura bien ganada.

En el primer tiempo hubo momentos en los que Independiente se adueñó de la redonda. En esos períodos, las mayores incidencias partieron desde los pies de Martín Benítez. Fue fundamental la participación de los hombres de la defensa de Lanús para que el riesgo en su arco se mantuviera lejos. Vera y Albertengo recibieron siempre rodeados y poco pudieron hacer. Con el paso del tiempo el “Granate” se fue consolidando de la mano de Acosta y González. A los 29 llegó el pase de Araujo a Martínez. Ausente la oposición de los hombres rojos, Román puso el uno a cero y empezó a aclarar el camino.

Para el complemento Pellegrino pegó el volantazo. Pisano entró por Méndez que estuvo impreciso y descolocado. El DT de Independiente se imaginó un planteo distinto de Barros Schelotto. El “Mellizo”, lejos de salir a cuidar el resultado, pisó el acelerador y a los seis Castellani concluyó una muy linda jugada colectiva. El 0-2 repercutió en el orgullo rojo y el equipo de Avellaneda intentó aunque con pura frialdad. Esto sumado a la solidez y confianza del fondo “Granate” hicieron del resultado algo irremontable.

Entonces llegó Lanús para desenmascarar a Pellegrino y a Independiente, que no por este traspié desechó esta buena campaña que viene realizando.

Lanús espera en cuartos por el ganador de Gimnasia-Vélez. Otra interesante prueba de fuego para el equipo del Sur.

 
 
 

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