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Dolor, angustia, bronca…

  • Sebastián Zignego
  • 7 jul 2015
  • 5 Min. de lectura

…Quizás las palabras que mejor describan el sentimiento de cada uno de los argentinos ilusionados con llegar de una vez por todas a un tan ansiado título, ese que se nos viene negando hace un tiempo y que ya parece convertirse en un karma. A continuación me voy a tomar el tiempo de expresarme y tratar de transmitir lo que seguramente casi todos sentimos y queremos descargarlo en algún lado.

La etapa de Sabella al mando del seleccionado fue un periodo favorable para reestructurar eso que se había derrumbado ya hace un par de años. El ex DT supo armar ladrillo por ladrillo las piezas de un vestuario que no lograba encaminar un rumbo fijo y que en su momento preocupaba hasta al más optimista. La era Sabella tuvo en sus jugadores un sentimiento de batalla para lograr sus objetivos que necesitaba el seleccionado como primer punto de partida, ese sentimiento de unión, de jugar por el compañero, de jugar por nosotros: los espectadores, los que siempre estamos ilusionados y nos sentimos representados por esos 23 jugadores que parten hacia algún rumbo a buscar el objetivo de llegar a ser los mejores, ese objetivo que se ve reflejado en un trofeo, en una copa. En cuanto a lo futbolístico, está en paladar de cada uno, Argentina nunca logro afianzar una idea en ese periodo, las cosas iban bien, pero las victorias no llegaban siempre por el camino floreado o vistoso, el del buen futbol. En fin, las victorias llegaban.

Llego el momento de la ilusión más grande que puede tener, no solo el aficionado del futbol, cualquier persona. Un Mundial siempre despierta ese sentimiento de “patriotismo”, que no muchos tienen en el día a día y quizás solo les aflore sintiendo esa pasión, sintiéndose identificados por esos 23 jugadores que visten una camiseta representativa, esa camiseta que solo los identifica como argentinos, pero que solo los identifica, la pasión, el sentimiento de pertenencia, está en cada uno y está dentro de la persona que viste esa camiseta. El gol de Mario Goetze sobre el final, destruyó la ilusión de cada uno de los argentinos. El consuelo de ese segundo puesto, que rara vez se obtiene, era el del orgullo de haber visto que esos jugadores habían recuperado ese sentimiento de lucha dentro de la cancha y lo habían explayado de la manera más digna, porque el futbol no es solo ganar, hay que saber perder y perder convencido de lo que uno hace, porque ante la derrota el convencido es quien se va orgulloso, con la cabeza en alto de que dio todo y que porque esto es simplemente futbol, no se dio.

Tras la renuncia de Sabella, Gerardo Martino tomo el mando de un grupo ya afianzado con una base extra futbolística formada, pero con una idea futbolística totalmente diferente. Con poco tiempo de trabajo, Tata debía intentar insertar un chip de juego totalmente distinto en la cabeza de cada jugador. En el horizonte la Copa América era el objetivo, por ende, la preparación en varios partidos amistosos seria clave para afianzar las nuevas ideas. La ilusión de los argentinos, tras el duro golpe del Mundial, volvía a crecer viendo el juego explayado, poco a poco, en cada amistoso. La Selección mostraba chispazos de buen futbol y llegaba a la Copa América con un plantel minado de estrellas y un futbol que ya parecía afianzado pese al poco tiempo de trabajo.

Durante la Copa, las criticas empezaban a aparecer en algunos sectores, tanto del periodismo como del ciudadano común, esas críticas sinsentido que habitualmente escuchamos de las personas que basan su vida en simples conveniencias o cambian de ideas según qué es lo adecuado para el momento, sin importar lo dicho/hecho anteriormente. Esas críticas que a uno lo molestan por el simple hecho de que cuando todo va bien “se suben al barco” cuando todo va mal “se bajan del barco” y lo bombardean.

En fin, la Selección Argentina desplegaba un futbol notable que no podía reflejar en el tanteador por varios factores basados en la contundencia de cara al arco. El 6-1 a Paraguay y la ajustada victoria chilena frente a la gran selección Peruana comandada por el Tigre Gareca, ponían a ambos equipos en la final, y a Argentina como favorita por como arribaba. La ilusión de una nueva final llegaba y el hincha creía ya estar sintiendo ese desahogo que hacía un año nos había quitado Mario Goetze y que hacía 23 años no se nos permitía.

Tras una final mas batallada que jugada, la suerte de los penales definía que Chile sea el nuevo campeón americano, por primera vez en su historia lograría un titulo y a costas de un equipo que dio lo que pudo y que estuvo otra vez al borde de lograr la gloria que se necesita hace tiempo en el país. Por mi parte, decepción, desolación, fui gran defensor de esta selección que me hacía disfrutar verla jugar, porque el futbol es eso, disfrutar de lo que uno está haciendo, disfrutar de lo que uno está viendo. Por eso con todo el dolor que me genero una nueva derrota, una nueva desilusión, sigo a pie firme de este grupo y este cuerpo técnico.

“Messi no es argentino, no siente la camiseta”, ese es el punto de estupidez casi máximo del que se cree hincha, sin entender que el hincha es el que alienta, apoya y sufre como todos. “Mascherano vende humo, fracasado”, fracasado es el que no intenta ante la adversidad, el que nunca se cansa de buscar su propia felicidad, fracasado es el que dice eso, el que cuestiona a un tipo que emociona a un país entero dentro de una cancha dejando hasta lo que no tiene, un tipo que encima, de fracasado no tiene nada porque seguramente cuando se acuesta a dormir se siente lleno de saber que cumple con honores su deber y que la gente se lo hace saber. Pero infelices que no entienden más que el beneficio propio hay en todos lados.

Como dije en un momento, “está en paladar de cada uno”, lo remarco de nuevo, esta en cada uno opinar lo que crea, personalmente cuento con este espacio para expresarme y espero que quien lo lea este de acuerdo o al menos sepa entenderme. Preferí tomarme el tiempo necesario con el fin de no escribir “en caliente” y si poder reflexionar y canalizar todos esos sentimientos encontrados tras otra nueva decepción. Pese a esto, vuelvo a marcar, creo en este Seleccionado y confío en que esta generación no va a dejar de vestir esta camiseta sin dejarnos una alegría que se vea reflejada en una copa.

 
 
 

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